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MANUEL BELGRANO

La otra historia ha condenado a Manuel Belgrano.

Belgrano no tiene día en el calendario oficial.

El día de su muerte es el día de la bandera.

Que lo argentinos sabemos de la importancia del símbolo patrio en los

festejos futbolísticos y las declamaciones patrioteras de ocasión en los actos

como ocurrirá mañana.

No nos enseñaron a conciencia con ejemplos a querer nuestra bandera.

Bandera que ha sido violada, usurpada por los gobiernos genocidas y en

los años de democracia, más abuso que uso. La bandera tenemos que

recuperarla para nosotros.

Sus colores instalarlos en nuestro corazón, en la conciencia de cada uno de

nosotros y no en los intereses espurios de una línea de bandera o en los

negocios corruptos del futbol para todos.

Debería ser una tarea imprescindible, larga, llevar a instalarse en las escuelas

las ideas de un líder. Pero Belgrano seguirá siendo recordado por el feriado

largo y no como se merece. Porque se trata claramente de un ideólogo de

la subversión americana y no conviene que desde la más tierna infancia,

los niños aprendan a honrar la memoria de pensadores, innovadores y

revolucionarios, portadores, como en este caso, de una coherencia meridiana

entre sus dichos y sus hechos y pocas veces vista en los gobernantes de

nuestro país.

Manuel Belgrano, notable economista argentino, precursor del periodismo

nacional, impulsor de la educación popular, de la industria nacional y de

la justicia social, entre otras muchas cosas. Pero ha sido condenado a

convertirse en a imagen devaluada del billete de 10 pesos.

Las ideas de Belgrano estaban cargadas de profunda sensibilidad social,

decía:

“He visto con dolor, sin salir de esta capital, una infinidad de hombres ociosos

en quienes no se ve otra cosa que la miseria y desnudez; una infinidad de

familias que sólo deben su subsistencia a la feracidad del país, que está por

todas partes denotando la riqueza que encierra, esto es, la abundancia; y

apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil, que

ejerza un arte o que se emplee de modo que tenga alguna más comodidad en

su vida. Esos miserables ranchos donde ve uno la multitud de criaturas que

llegan a la edad de pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad,

deben ser atendidos hasta el último punto”.

Manuel Belgrano, el gran pueblo de argentinos que te respetan te

saludan...Salud!






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