con nombre tan propio como su testimonio, con historia cruda como su legado para este mundo, y para los tiempos que vendrán, ese hombre llamado Tsutomu Yamaguchi un día como hoy, pero del año 1916 nacía… Con un horario tan inolvidable, como no tan deseable, un 6 de agosto de 1945 más precisamente en Hiroshima siendo las 8.15 horas, caía la primera bomba atómica de la historia, lanzada por la aviación estadounidense, que marcaría el fin de la Segunda Guerra Mundial. El 9 de agosto caería la segunda, esta vez sobre Nagasaki… Dejando miles de muertos, como cifra de heridos incalculables, y entre esas tantas historias de personas podía encontrarse esa única víctima sobreviviente oficialmente reconocida… Y debía sobrevivir para dar testimonio de dos momentos que no debieron ocurrir como otros tantos que ocurrieron, y ocurren… Momentos que solo el destino nos presenta, y sin saberlo estamos frente a ellos… "Haber sobrevivido a dos bombas atómicas es un milagro", decía, "y también una responsabilidad, la de contar al mundo lo que pasó, para que no se olvide". .. Teniendo que contar al mundo lo hizo, teniendo todo por no guardarse también… Sabiendo que las cosas pasan por algo, y también para que no se repitan… Encontrando a quienes poder dejar esas enseñanzas, como el poder mirar hacia el infinito y saber que hacer de la vida, dándole un destino, y en él una misión oportuna en tiempo real, y tiempo futuro… Dando testimonio de devastación plena, del horror, de la desolación, del fin mismo, de tanto por soportar estuvo, y se encontró con heridas para toda la vida, esas que cargó en sus ojos, y en el alma por siempre… Sabiendo del sufrimiento, sabiendo de lo que es perder todo, soportando con fe, y sin ellas, con el corazón latiendo, y su testimonio que al contarlo hiciese que se alivie, sabiendo que ese sufrimiento fue creado por el hombre, el que con el fin de dañar más a los otros hombres solo por codicia de poder, y algo más se podrá ir alejando con capaces de hacer de este viaje que es la vida un mensaje de paz, de servicio al mundo, de fé y de un cielo tan limpio brillante gracias a un sol distinto que abrigue a toda la humanidad, dándole luz para que nada malo ocurra, y poder hacer de esos días nuevos días, repitiéndose nuevos días en los que algún día el balance sea tan positivo como maravilloso… Ese día que todos seamos los hacedores de ese mundo distinto, sin bombas, sin hambre, sin sufrimientos que se sueñan, y que en algún momento ha de llegar… Ese mundo que hombres como Tsutomu Yamaguchi encontraron tan distinto al de todos los días, ese mismo que “no bastaron 2 bombas” para hacer que dejase de ponerle el alma entera a sus hechos, y acciones… Ese mismo que no debe repetirse…
por Martín Esteban Domínguez
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