Google es un "médico" muy peligroso (y pesimista)
Internet puede ayudarte a tomar decisiones acertadas acerca de tu salud, pero también puede hacerte creer que un simple dolor de cabeza es un tumor cerebral.
Cuando su temor se hacía insoportable —en el momento en que, luego de hacer clic en interminables listas de síntomas, cada sensación le parecía una sentencia de muerte—, se detenía. Estás bien, pensaba. Apagaba la laptop y se acurrucaba en la cama, rodeada por fotos de amigos y familiares pegadas en las paredes de su habitación. Estaba bien, pero no podía dormir. La duda nunca la dejaba.
Emma no era un caso aislado. Encuestas realizadas en muchos países
indican que cada vez más personas usan Internet para buscar información sobre salud. Sin embargo, algunos estudios muestran que, ante el alud de datos y consejos, uno de cada 20 usuarios de Google corre riesgo de convertirse en "cibercondríaco": un individuo obsesionado con la idea de que padece las enfermedades que encuentra online.
Aunque internet puede ser muy útil para identificar información errónea, los resultados que una búsqueda arroja —los sitios web que se despliegan primero son los que más atención han recibido por parte de los usuarios— también pueden llevar a la persona a encontrar la explicación más drástica y menos probable de sus síntomas.
La cibercondría no es una condición médica reconocida oficialmente, pero un creciente número de investigaciones la sitúa como una variante de la hipocondría: el miedo obsesivo a contraer enfermedades graves, o la creencia de padecerlas ya. De acuerdo con la edición más reciente del Manual diagnóstico y estadístico de tras- tornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés), de la Asociación Americana de Psiquiatría, la cibercondría es un trastorno de ansiedad. No se sabe a ciencia cierta cuál es su causa. Al parecer, es una combinación de predisposición hereditaria e influencia ambiental, y en la mayoría de los casos se manifiesta después de una en- fermedad grave o una muerte dentro de la familia.
Los ataques de ansiedad de Emma Murray empezaron cuando tenía 13 años, justo después de la muerte de su madre. Su adolescencia fue un período de dolor, estrés y síntomas dramáticos e inexplicables: jaquecas palpitantes y dolores intensos. Los médicos le decían que todo estaba en su mente y rechazaban sus constantes solicitudes de análisis de sangre, hasta que finalmente le descubrieron un quiste de ovario y terminó en un hospital. Eso solo empeoró las cosas. Emma ya no podía distinguir entre un dolor real y uno imaginario, y empezó a caer en pánico. "Cuando uno tiene ansiedad —dice—, el cuerpo puede hacerle sentir muchas cosas que no forzosamente están ocurriendo". Pero en internet sus miedos parecían bien fundados. Siempre había un sitio web al que podía acudir para confirmar que algo en ella andaba mal.
Los ataques de ansiedad de Emma Murray empezaron cuando tenía 13 años, justo después de la muerte de su madre. Su adolescencia fue un período de dolor, estrés y síntomas dramáticos e inexplicables: jaquecas palpitantes y dolores intensos. Los médicos le decían que todo estaba en su mente y rechazaban sus constantes solicitudes de análisis de sangre, hasta que finalmente le descubrieron un quiste de ovario y terminó en un hospital. Eso solo empeoró las cosas. Emma ya no podía distinguir entre un dolor real y uno imaginario, y empezó a caer en pánico. "Cuando uno tiene ansiedad —dice—, el cuerpo puede hacerle sentir muchas cosas que no forzosamente están ocurriendo". Pero en internet sus miedos parecían bien fundados. Siempre había un sitio web al que podía acudir para confirmar que algo en ella andaba mal.
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