Toco y me voy: rinraje amoroso

Un juego divertidísimo, aunque no entretiene por siempre...; conocé las características que identifican a una rinrajera ; ¿alguna vez saliste corriendo de una relación?


Un juego divertidísimo, aunque no entretiene por siempre...; conocé las características que identifican a una rinrajera ; ¿alguna vez saliste corriendo de una relación?Mira a través de la puerta, antes de salir corriendo - Foto: Corbis


Por Tamara Till

Puede que nunca esté de novia, pero siempre acompañada, o que tenga un novio diferente cada día. Puede que cada nueva cita la emocione o que se queje de tener que empezar siempre de cero. Las características varían según las personalidades, pero hay algunos rasgos que definen a una rinrajera sin dejar lugar a confusiones. Vos seguro conocés a alguna.

Es viernes a la mañana, tal vez sábado, quizá domingo al mediodía. Marca el número de su mejor amiga, quien la atiende y ni siquiera le pregunta si salió ayer a la noche. No bien levanta el tubo, lanza un: "¿¿¿YYYYYY???" más largo que la Panamericana.

Ella empieza a contar y su amiga la interrumpe: "Pará, ¿éste era Zapatuli, Mr. Coppola o Facheroli?", refiriéndose, respectivamente, a ese de los zapatos raros, al estudiante de cine insoportable o al facherito al que sólo le gustaba que lo miraran, con los que salió las últimas semanas. Por supuesto, esta vez no se trata de ninguno de los tres, y bautizan al de ayer como "Don Bernardo", porque durante la cita habló menos que el ayudante del Zorro.

Se junta con un grupo de amigas, todas están de novias o casadas, se pone a contar sus últimas conquistas y, como si lo hubieran ensayado, al unísono suspiran: "¡Ay, qué envidia!". A ella le encanta que sus historias hot hagan sonrojar al resto. Pero todas, incluida ella misma, saben que mientras habla, una parte suya desea con fuerza que un hombre -que tal vez no le propone planes excitantes todos los fines de semana o que quizá no la deja dormir con sus ronquidos- la abrace cuando se meta en la cama, aunque tenga la remera desteñida, esté sin los push up y se haya sacado el maquillaje.

Pero, claro, rinrajera no hay una sola. Las hay de todo tipo, y no es cuestión de meter todos los timbres en la misma bolsa.


Tradicional: la fóbica

"Toco y me voy rajando para que no me alcancen."

Pero ¿de qué será que escapa? ¿Qué habrá del otro lado de la puerta que la invita a huir despavorida? ¿Será que del otro lado de la puerta está el compromiso, el miedo al amor que nos hace (a todas) vulnerables? Como sea: huir nos protege de salir lastimadas, de mostrarnos ante el otro tal cual somos. Y sí, exponerse asusta, es cierto... Pero ¿acaso no tememos más lo que más deseamos?


Sinfín: la compulsiva

"Toco, me abren, pruebo, no me gusta, toco la puerta de al lado, me abren, pruebo, no me gusta, toco la puerta de al lado, me abren, pruebo, no me gusta..."

Acá tenemos a las rinrajeras insaciables. Es que, nos guste o no, vivimos en un mundo de consumo. Sprayette nos invade en las pantallas y nos convence de la satisfacción garantizada. El problema es que el enamoramiento dura poco. Después del tercer desayuno, el susodicho ya muestra las lagañas, y para permanecer hay que soportar que el otro no sea perfecto. Ya lo decía Charly: "bancate ese defecto". Y si no: ¡que pase el que sigue!


Todoterreno: la indecisa

"Toco, me abren, me quedo un rato, salgo y, por las dudas, toco la puerta de al lado."

¡Es que elegir es tan difícil! Para algunas rinrajeras, la vida es como un portero eléctrico lleno de botones. Y detrás de cada uno puede encontrarse el hombre de su vida. ¿Cómo vencer la tentación de apoyar la mano entera y hacer sonar todos los timbres al mismo tiempo? ¡Vayan pasando de a uno y en fila, que la vida es larga y para elegir hay tiempo! Pero ojo, a no confiarse demasiado, que un día es el amor el que nos abre la puerta y, sin siquiera darnos cuenta, pasamos de elegir a ser elegida.


De autogestión: la independiente

"Toco y toco y cuando me abren, los encaro y les digo: 'Yo las puertitas me las abro sola, querido', y me voy a golpear la puerta de al lado."

El miedo a perder la independencia antes era patrimonio de los hombres: ante la perspectiva del amor, disparaban más veloces que Meteoro. Sin embargo, los tiempos han cambiado, las mujeres ganamos terreno, pero parece que a costa de ser 4x4. ¿Será que tantos años de susanismo empedernido dejaron sus marcas y tememos que si nos enamoramos tengamos que ponernos los ruleros y largar el trabajo? ¿Será tan complicado estar con alguien y mantener la independencia, cultivar el amor con maletín y minifalda?


En conclusión: rinrajeras queridas...

Hay rinrajes de todos los gustos y tamaños. La tentación es grande, una puerta lleva a la otra, y... empezamos con los timbres de la cuadra, seguimos por los de la manzana, nos extendemos por el barrio. Y es tan lindo conocer otras costumbres... ¿Cómo serán los timbres más lejanos?, ¿y más lejanos?, ¿y todavía más lejanos? Entonces, la pregunta es: ¿hasta cuándo? ¿Cuántos timbres tocaremos en la vida? ¿Cuánto tiempo seguiremos corriendo de puerta en puerta?

No es casual que acá arranquen las preguntas. Una vez que te lo empezás a cuestionar, el timbrazo sale entrecortado y ya no da tanto placer ni divierte.

Será tiempo, entonces, de despedirse de los timbres.

Buscar siempre está bueno, pero a veces no hace falta más que dejar la puerta abierta, o estar atentas a nuestro propio timbre, que tal vez haya estado sonando y no lo oímos, de tan ocupadas que andábamos en tocar los timbres de al lado. O será cuestión de poner una puerta giratoria. O una tranquera. O puertas automáticas. Lo importante es que cada cual lleva a cuestas su timbrazo. Sean muchas, pocas o ninguna: es necesario elegir qué puerta tocamos. Y saber que no hay puerta ni portón ni portezuela ni foso repleto de cocodrilos asesinos que impida que, cuando el amor irrumpe, se desvanezcan timbres, picaportes y cerraduras?

Experta consultada: Lic. Marisa Waichman
Psicóloga. MN 14892.

¿Considerás que sos una rinrajera? ¡Contá tu experiencia!