El escándalo de la imprenta

La AFIP dejó de investigar al amigo de Boudou

Por Hugo Alconada Mon | LA NACION
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La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) hizo bastante más que concederle un muy beneficioso plan de pagos a la ex imprenta Ciccone Calcográfica . Antes y después, también desarmó los equipos que la investigaban por la presunta utilización de facturas truchas y operaciones internacionales para una supuesta evasión de hasta decenas de millones de pesos , según reconstruyó LA NACION de fuentes tributarias y documentos judiciales.
Rebautizada como Compañía de Valores Sudamericana SA, la ex Ciccone quedó en octubre de 2010 bajo el control de Alejandro Vandenbroele, un abogado al que su esposa señala como testaferro del vicepresidente Amado Boudou . Para entonces, la AFIP se encontraba en plena negociación para concederle un régimen discrecional de pagos en cuotas, con un interés anual menor incluso que la tasa de inflación oficial del Indec, tal como reveló LA NACION el viernes pasado. Pero cinco meses atrás ya la había favorecido con otra medida, en el ámbito tribunalicio, y taponó así la última fiscalización antes del traspaso.
En mayo de 2010, el titular de la AFIP ordenó el retiro de los sabuesos que colaboraban en la megacausa "Viazzo", en la que se investiga desde hace años el armado, venta y utilización de facturas truchas por empresas de primera línea en una evasión que se estima que superó los $ 615 millones. La lista de empresas beneficiarias se asemeja al "quién es quién" del empresariado local. Incluye a empresas como Telecom Argentina, Metrovías, TEBA, Ledesma y OCA. También al Casino de Buenos Aires, Siemens, Disco, Coto y Conarpesa, y a dos sociedades muy vinculadas con el empresario kirchnerista Lázar Báez: las constructoras Gotti y Palma.
El listado abarcó, también, a Ciccone Calcográfica, mientras que los fiscales armaron con el apoyo de los expertos contables de la AFIP un legajo para cada una de esas empresas. Entre ellas, para la imprenta, que estaba en la mira. Pero el avance de la pesquisa judicial sufrió un duro impacto cuando Echegaray retiró a sus hombres.
En el caso de la imprenta, además, la última inspección de los sabuesos mientras que la familia Ciccone aún la controlaba, fue terrible. Encontraron de todo, contaron a LA NACION quienes tuvieron acceso a los resultados de esa fiscalización.
"El año pasado, en la empresa se detectaron nuevamente algunas operaciones apócrifas", relató uno de los informantes. Es decir, facturas truchas. Para evadir impuestos y "para ocultar el pago de coimas", abundó, aunque el monto final estimado estuvo lejos de la época dorada de la ex Ciccone, en los años 90, cuando el volumen de la supuesta evasión llegó a estimarse en $ 80 millones.
"Fue la última fiscalización antes del traspaso [de los Ciccone a la sociedad The Old Fund SA] y fue feo", indicó otra fuente de la AFIP que relató a LA NACION lo que detectaron los sabuesos. "Se encontró una triangulación internacional y facturas truchas para ocultar el pago de coimas, por eso se complicó todo".
El equipo que llevó adelante la fiscalización también sufrió un cimbronazo. Algunos de sus miembros fueron trasladados o "congelados". O debieron lidiar con superiores más interesados en "no levantar olas", según describió un informante. Ese fue el caso, afirmaron, de una de las supervisoras y de un jefe de división que padecieron las consecuencias.