El gobernador rionegrino inicia este lunes su primera visita oficial a Buenos Aires, donde tomará contacto con la primera línea del gobierno nacional. En diálogo con el semanario Miradas al Sur, aseguró que la gobernabilidad está asegurada aunque existe una amplia dependencia de los desembolsos nacionales para funcionar; que seguirá el legado de Carlos Soria; y que está "acomodando su estructura mental" a la responsabilidad que le planteó el fallecimiento del ex mandatario. En el Ministerio de Defensa de la Nación tramitará la instalación de equipamiento para el funcionamiento del Aeropuerto de Bariloche. La nota.
Un largo camino recorrió Alberto El Brujo Weretilneck para llegar desde El Bolsón, donde nació, y la primera militancia en el Partido Intransigente a principios de los ’80, a sentarse en el sillón más codiciado de la política rionegrina. Inesperadamente convertido en primer mandatario provincial, está “acomodando su estructura mental” a la situación, según cuenta a Miradas al Sur. Abrumado pero “confiado”, juega su suerte como gobernador a la columna central del Frente para la Victoria: el Partido Justicialista que había erigido a Carlos Soria. “La gobernabilidad está garantizada, pero sin el apoyo de Nación será muy difícil”, admite.
–Este lunes iniciará sus gestiones como gobernador ante Nación, ¿con qué necesidades y expectativas?
–Primero, transmitir a todos los funcionarios nacionales, desde el vicepresidente (Amado Boudou) a los ministros, la situación de normalidad institucional actual de la provincia. Decirles que la gobernabilidad se encuentra garantizada y resaltar la forma en que la dirigencia del Frente para la Victoria logró pasar este trágico hecho. Por otro lado, proseguir con las gestiones que había empezado (Carlos) Soria y acompañar al senador Nacional (Miguel) Pichetto para lograr obras públicas y apoyo al pequeño y mediano productor.
–Uno de los últimos actos institucionales de Soria fue firmar la refinanciación de la deuda. ¿El prorrateo de vencimientos le da a la provincia margen de maniobra o requiere de desembolsos concretos?
–La situación de la provincia es tan grave, que necesita más dinero. No se puede gobernar sin más apoyo del Gobierno Nacional, por lo menos para los próximos cinco, seis meses. Durante muchos años tuvimos un déficit mensual de 56 millones de pesos, a veces más, por lo tanto la situación es casi de quebranto. Pusimos un plan de ahorro y austeridad, pero los resultados se verán dentro 90 días, así que vamos a tener que contar con apoyos de Nación para los primeros meses.
- Bariloche está severamente afectado por la caída de ceniza volcánica, y se demora una solución al problema del Aeropuerto Internacional...
- Sí. La crisis en Bariloche la abordaremos, inicialmente, desde el punto de vista de la conectividad. El martes estaré en el Ministerio de Defensa de la Nación gestionando la instalación definitiva de los instrumentales necesarios para garantizar que el Aeropuerto Internacional vuelva a operar. Es una semana clave. Tenemos que garantizar la llegada de turistas de Brasil, por avión, para el próximo invierno.
–Usted pertenece al Frente Grande, partido minoritario en la distribución de poder del Frente para la Victoria rionegrino. ¿Cómo observa la convivencia interna?
–Está muy bien. Yo dejé en claro que el gobierno es del Partido Justicialista, y en este marco lo vamos a llevar adelante. No hay que minimizar la impronta personal muy importante de Soria, el pueblo confió en él como líder y gobernante, él también distribuyó los espacios de poder. Lo que viene ahora es la reformulación de este esquema de poder. Pero la incorporación de nuevas figuras al gabinete (uno de ellos, el hijo del senador nacional Miguel Pichetto) significa que el justicialismo no sólo no va a perder protagonismo, sino que tendrá más. Me siento parte de la propuesta, y en la tragedia estamos más unidos que nunca.
–¿Y a nivel personal? ¿Se siente liberado para gestionar, para gobernar, para maniobrar y darle su impronta al gobierno? ¿O está encorsetado por la figura de Soria y el PJ?
–Llevamos 25 días en el gobierno, y yo cuatro. Lo que sucedió genera un trastorno institucional muy difícil de dimensionar. No me siento liberado porque junto con él soñamos este proyecto, lo iniciamos juntos, por lo tanto, sé lo que quería, soñaba y lo que no quería. Voy a tener estos cuatro años en mi cabeza el proyecto y sus decisiones. Yo me había preparado para ser vice, no gobernador. En estos cuatro o cinco días comencé a adaptar el funcionamiento de vida, mi estructura mental y mi actitud a esta nueva realidad.(ANB)