El Ministerio de Salud de la Nación recomendó estar atentos a que los adultos mayores beban suficientes líquidos los días de mucho calor y sugirió incluir en su dieta diaria frutas y verduras, ya que son un buen complemento del agua a la hora de aportar más líquidos al organismo.
El funcionamiento de los mecanismos fisiológicos en los adultos mayores suele verse alterado por el paso del tiempo, aunque existen otras circunstancias que pueden incidir en el agravamiento de esas variaciones orgánicas, advirtió la cartera sanitaria mediante un comunicado.
Muchos ancianos experimentan paulatinamente una pérdida de la sensación de sed, lo que en días de altas temperaturas favorece un rápido proceso de deshidratación que puede poner en riesgo sus vidas.
Lo mejor es que beban líquidos durante toda la jornada -en especial a la mañana y a la tarde para evitar la incontinencia urinaria nocturna-, de noche si se despiertan. Y entre las comidas, los ancianos deben tomar al menos entre 4 y 6 vasos de líquidos fraccionados, como si se tratase de un remedio recetado.
Las autoridades sanitarias recomendaron cuidar que las personas mayores, además de beber a lo largo del día aunque no tengan sensación de sed, incorporaren a su dieta verduras, frutas de estación, gelatinas, helados, jugos naturales e infusiones frías, para garantizar al organismo líquidos y nutrientes necesarios.
“En los adultos mayores suele manifestarse, en los días de calor intenso, una deficiencia en ciertos dispositivos funcionales que hace que no ingieran la suficiente cantidad de líquido y se descompensen con compromiso severo para su salud”, explicó la doctora Marina Kosacoff, subsecretaria de Prevención y Control de Riesgos.
Kosacoff dijo que es muy importante reforzar la ingesta de líquidos e incrementar el consumo de frutas y verduras frescas como sandías, melones, peras, duraznos, ciruelas y cítricos, y verduras de hojas verdes como lechugas, acelga y espinaca, que suman nutrientes, agua y vitaminas.
"La capacidad del organismo de mantener la autorregulación hídrica disminuye de forma significativa" con la edad, explicó la funcionaria.
Esa deficiencia está asociada a factores como el deterioro del mecanismo de la sed, la disminución total del agua del organismo debido a la merma de la masa muscular, las enfermedades crónicas y algunas modificaciones en el metabolismo del agua, como la disminución de la capacidad renal.
"Un balance adecuado entre la ingesta y la pérdida de líquidos es fundamental para que el contenido de agua de los tejidos se mantenga constante" y evitar el déficit y sus consecuencias, a veces graves, advirtió la especialista.
El director de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades no Transmisibles, Sebastián Laspiur, aconsejó incorporar gelatinas y jugos a la dieta y sugirió a sus familiares o cuidadores "que se los ofrezcan de forma frecuente, ya que el color de éstos suele ser un rasgo atractivo" que los predispone a consumirlos más que el agua.
Laspiur apuntó a la necesidad de insistir al tratar con los adultos mayores en que incorporar líquidos al organismo "es tan importante como tomar los medicamentos que les recetó el médico”.
A los mayores les es complicado llegar a ingerir la cantidad diaria recomendada de líquidos -del orden de los dos litros y medio- debido a varias razones, entre ellas las alteraciones en el mecanismo de la sed y la pérdida de interés por beber.
También inciden en la falta de sed las alteraciones del nivel cognitivo como demencias, depresión o ansiedad, y los cambios en la función renal, que puede verse reducida por infección, diabetes, cálculos renales y obstrucción del tracto urinario.
Eso ocasiona la pérdida de mucha agua con respecto a la cantidad de materiales de desecho que elimina por la orina y hace necesario ingerir más agua para excretar la misma cantidad de urea y sodio.
Otras causas a tener en cuenta son las incapacidades físicas o psíquicas como el Mal de Parkinson, los infartos o la demencia, que dificultan comer y beber.
Además, las alteraciones gastrointestinales que suelen sobrevenir con la edad llevan a que la mayoría de los mayores eviten el consumo de líquidos por miedo a la incontinencia urinaria o para eludir la necesidad de ir al baño cuando se encuentran fuera de casa. (Télam)