Así se desprende de un informe que realizó en el país el Observatorio de Violencia Escolar y que incluyó a establecimientos provinciales. Hace cinco años, los chicos temerosos de sus pares representaban un 10% menos. Hay más agresiones no físicas y maltratos por la web.
Los primeros resultados del trabajo que realiza el Observatorio de Violencia Escolar en la Argentina indican que uno de cada tres chicos le tiene miedo a un compañero. El mismo trabajo hace cinco años había señalado que uno de cada cuatro estudiantes se ve amenazado por un par. Además se destaca el crecimiento de las violencias no físicas como las murmuraciones y la calumnia y del acoso a través de internet. El 35 por ciento de los chicos y adolescentes en edad escolar es víctima de situaciones de violencia en la escuela.


La semana pasada se realizó en Mendoza la V Conferencia Mundial sobre Violencia en la Escuela. El evento estuvo marcado por los dramáticos hechos que se vivieron en la escuela Tasso da Silveira de Río de Janeiro, cuando Wellington Oliveira abrió fuego contra varios estudiantes. Alejandro Castro Santander es psicopedagogo institucional, copresidente del Observatorio Internacional de Violencia Escolar y uno de los organizadores de la conferencia mundial. El viernes estuvo en Santa Fe para la jornada llevada a cabo en el centro cultural Aurora sobre Convivencia Escolar, a cargo del diputado Mario Lacava, y dialogó con Diario UNO sobre los primeros resultados del trabajo de investigación que lleva adelante el Observatorio en el país.


“En 2006-2007 nos daba que el 23 por ciento de los chicos tenía miedo a un compañero. Hoy estamos hablando de ese porcentaje en la primaria, mientras que en la secundaria llega a un 35 por ciento”, contó Castro Santander y explicó: “Son los primeros datos de una muestra más grande que es de 90.000 alumnos y estamos hablando de una tendencia”.


En ese sentido, hizo hincapié en otro dato alarmante: casi el 40 por ciento de los alumnos que es maltratado no lo comunica a los adultos. “Generalmente cuando son chicos lo cuentan más, pero cuando entran a la pubertad va bajando notoriamente hasta llegar a los cursos superiores donde si lo comunican es sólo a un grupo de amigos. No confían en que los adultos seamos capaces de resolver sus problemas”, indicó el especialista y agregó: “Cuando los padres preguntan por qué no contaron lo que les pasaba, los chicos dicen que hace mucho no se habla en la familia. Eso tiene que ver con el hábito del diálogo”.


Otro de los elementos que aparece con más fuerza en el informe es el incremento de la ciberviolencia, el acoso a través de las pantallas (el celular, las redes sociales y el chat, entre otras). Casi un 30 por ciento de los chicos manifiesta maltrato a través de esas tecnologías.


Al respecto, Castro Santander explicó que la primera característica de la ciberviolencia es el anonimato y eso hace que sea más difícil de enfrentar. Además es mucho más masiva porque hay cientos de cibernautas que se suman al acoso.


“Al principio este maltrato era a través de los mensajes de texto y los correos electrónicos y hoy se están usando mucho las redes sociales”, contó y siguió: “En algunos casos se crean perfiles para ridiculizar”.

Burlas y aislamiento
Los primeros resultados del informe del Observatorio indican un incremento en las situaciones de violencias en las escuelas, pero no entendidas como hechos de agresión física o de insultos directos. “En primer lugar están las violencias desapercibidas. Los chicos denuncian que les rompen, les roban o les esconden cosas. Lo que aparece muy fuerte también, y eso lo ve el adulto, es el tema de la burla. Pero ellos hablan también de la calumnia y la murmuración, que son más difíciles de ver”, ejemplicó el especialista.


Y agregó: “El otro tipo de violencia es el aislamiento, que es quizás la más sutil de todas”.

Prevenir el acoso
Castro Santander también se refirió al papel que tiene la escuela al momento de enfrentar los problemas de acoso entre compañeros y habló del lugar que toman los padres en esas situaciones. “Inicialmente cuando sucedían estas cosas se trataba de descubrir al culpable y se lo sancionaba. Hoy hay padres que no se conforman con eso y a veces inician acciones legales contra la institución porque la escuela tiene la obligación de cuidarlos. Una madre me dijo una vez: «Yo traje un hijo feliz y me lo llevo roto». Creo que eso dice mucho del sentimiento de los padres que no se conforman con que la escuela sancione nada más y quieren ver qué hizo la escuela para que eso no suceda”, manifestó.


—¿Y el tipo de sanciones con las que cuenta hoy la escuela, como las amonestaciones y las firmas, es significativo para los chicos?


—No. Porque no es acompañada, a veces, por la misma actitud de los padres. El impacto de la sanción como la amonestación era el reto porque el docente necesitaba poner un límite para no pasarse toda la vida retando al chico. Hoy eso está desdibujado y se pierde el sentido educativo que tenía la sanción.


Por otro lado, habló de la importancia de contar con observatorios sobre la temática. “Es necesario que el Estado reconozca la autoridad de los observatorios porque han sido creados para dar alertas tempranas a esos fenómenos. La investigación no va detrás de los acontecimientos sino tratando de preverlos”, dijo y remarcó la importancia de que los investigadores trabajen dentro de un marco para que la labor sea productiva.

La calidad y el clima social
En relación a las conclusiones de la Conferencia Mundial sobre Violencia Escolar dijo que “fundamentalmente hay que hacer prevención. Enfrentar las cosas cuando suceden no es bueno. Desde los observatorios internacionales estamos diciendo que la investigación muestra caras que a veces están ocultas en cuanto a la violencia en las escuelas”.


Castro Santander sostuvo que los hechos que aparecen en los medios son los menos habituales y recordó que el caso de Carmen de Patagones (ver nota en página 13) fue el primero de Latinoamérica y que en Brasil nunca habían vivido un caso como el de Río de Janeiro.


“En el inicio de esos casos están las formas desapercibidas de violencia. Las formas silenciosas de acoso son las que los alumnos más mencionan en la investigación”, dijo y subrayó que es necesario que el docente se prepare para trabajar con los alumnos que tiene en la actualidad no sólo para dar matemática, lengua o ciencias.


Al respecto recordó que el informe de evaluación educativa Pisa dice que hay elementos relacionados con calidad educativa que hay que tener presentes y que están vinculados con el clima social que se genera en las escuelas