Cuando eras niño, ¿Qué querías ser cuando grande?

Posted: 29 Mar 2011 12:32 PM PDT

Cuando era chica, quería ser pintora y profesora. Mi sobrina quería ser veterinaria, pero en su adolescencia temprana ahora dice no saber. Mi compañera  quería ser psicóloga para ayudar a la gente y la mayoría de mis compañeros de colegio querían ser futbolistas. Pasé por una etapa donde Laura Ingals – no mi profe del colegio- me inspiró a buscar la docencia.  Doctor es una de las profesiones más requeridas por los infantes, junto con cantante. Sólo una aquí quería ser periodista.

Y es que los niños tienen mucha imaginación; una vez supe de uno que quería ser verdugo sin saber que eso significaba matar gente, y otro que quería ser perro guardián, sin saber que para eso, tendría que haber nacido perro. Profesora de patinaje, guionista de comics, superhéroe, o héroe (como Batman, quien recordemos no tiene súper poderes), bombero (aunque no reciben sueldo), bailarina de ballet, mamá, como Susanita, médium, astronauta, o, como un primo chico "alcanzar las galletas que están en el estante de arriba".

Los niños dicen querer tal o cual profesión dependiendo de los roles que hayan visto en su entorno; muchos quieren hacer lo mismo que sus padres, o lo que sus ídolos, o incluso las cosas que les gusta hacer se transforman en sus profesiones ideales. Muchos niños en situación de riesgo, también quieren ser como sus padres, aunque estos sean delincuentes, o terroristas suicidas. Las cosas que ven o que les enseñamos y las experiencias que han vivido pueden influir mucho en sus ideas de profesiones u oficios.

Así que como mi papá me leía todas las noches un cuento y se encalillaba para comprarme libros, me transformé en una lectora voraz, y poco a poco quise también escribir; ya me había dado cuenta que tenía cero talento para la pintura o el dibujo o cualquier actividad de motricidad fina que involucrara distribución espacial. Deascarté  ingeniería comercial que se me ocurrió en una etapa matutera, y luego pensé que si nadie sabía japonés saberlo podía ayudarme aunque la carrera durara cuatro años, y después decidí que pedagogía en inglés no era compatible con mi impaciencia y mi intolerancia a la flojera ajena y porque me rehusaba terminantemente a ser algún día la vieja de inglés.

Después de todas las vueltas que algún día todos nos dimos, me di cuenta que lo mío era escribir o al menos aprender cómo, por qué, para qué y en relación a qué escribían otros. Si me preguntan qué leí les diré que carretié en largos carretes con Homero, no el de los Simpson sino el griego, con La Ilíada, La Odisea, La Eneida y los filósofos clásicos. Me puse picarona mientras me reía de la novela picaresca y lloraba al mismo tiempo porque me daba cuenta que el que le robaba el vino al jefe lo hacía no más por que tenía hambre. Analicé y escudriñé hasta que por fin entendí Hijo de Ladrón y me enamoré de Martín Rivas que jamás fue como la teleserie. Escuché las volteretas de ultratumba de los escritores que eran llamados de cuentos infantiles porque lo que hacían ellos no era entretener a los niños sino protestar por monarquías descriteriadas y burguesías insensibles. Me empiné muy alto y miré al lado de la cordillera y aunque nunca he estado en Buenos Aires, siento que ya lo conozco porque El Aleph me hizo ver todos los lugares del mundo.

Nadé, me atoré y me enternecí dejando incluso de lado el mundo que avanzaba rápido y yo no me daba cuenta porque de tanto leer libros no tomé más un diario o una revista, y de tanto leer y comparar me puse a escribir los ensayos, papers, documentos, mesas redondas, cuentos, poemas, poesías, elegías y programas, y guiones  y entrevistas y fue que Marcelo Simonetti (No Pablo), Alejandra Costamagna y  Floridor Pérez a admirar por sobre todo a la goma de borrar . Tropecé con guiones de tele y radio y aunque más bien lo pasé arrastrando, llegué a la trinchera de la escritura, la de mi tesis y la de un trabajo un tanto sonso pero que me dejó lecturas que me habían quitado los libros y que me llevó a la conclusión de que en fin, parece que ya estoy grande, y que mi amor por las letras  me han arrojado aquí y  me sabrán arrojar donde… bueno, qué se yo dónde.

Y tú, ¿Qué querías ser cuando grande?


Cuándo fue la última vez que recibiste una carta?

Publicado hace 23 horas en Destacados, General, Sociedad por Camila Gálvez


No se me ocurre  nada más nostálgico que una carta. Una carta es algo que lees y escribes cuando estás lejos de alguien. Lejos físicamente o incluso lejos espiritualmente. Escribes cartas cuando estás triste, cuando extrañas y otras veces, cuando estás feliz, cuando quieres contar algo o cuando quieres simplemente desahogarte. Cuando salí del colegio me entregaron la carta que me escribí a mí misma y me hicieron escribir otra que nos entregarían cuando se cumplieran 10 años de salir del colegio.

El álbum de láminas de famosos traía las direcciones de los canales donde trabajaban tus actores favoritos y podías escribirles, y así miles de fans escribían miles de cartas a muchos famosos, incluso algunas que llegan a la obsesión.  Imágenes de grandes sacos de correo llenos de misivas se me vienen a la mente de cuando Harry conoció a Sally y la gente les empieza a mandar plata.

Hay un cassette de cuando mis primos eran chicos y vivían en Bélgica que recibimos en una carta, y mi cuñada que vivió en Puerto Williams también tiene uno. Recibimos fotos del matrimonio de parientes en Australia, de  las navidades en Holanda, de un paseo en España, de un nacimiento en París.

Recibí desde que tenía un año hasta que tuve 13, 13 tarjetas y finalmente cartas de mi tía abuela que nunca respondí, de puro cabra chica y de puro dejada y hasta el día de hoy me arrepiento de no haberle contestado a la pobre vieja. Con mi prima que vive en Viña nos cartéabamos de puro monas porque en verdad nos veíamos seguido, y cuando quise responder a una cadena que me mandaron otras primas de La Serena, mi papá me aterrizó y me explicó la verdad de las mismas, rompiendo mis ilusiones de que en realidad la cadena llevaba 7 años circulando.

Las cartas tienen un papel muy principal en la literatura  "Soberana y alta señora:El herido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera" (carta del Quijote a Dulcinea). Se han escrito muchos libros en base a misivas, -reales o imaginadas- y se han logrado inmensos volúmenes con un encanto insuperable.

La música y el cine no se han quedado fuera de esto, con canciones tan famosas como "Mr. Postman", "Tus cartas amarillas" (Nino Bravo) "Tus viejas cartas" (Los enanitos verdes) "The letter" (Joe Cocker) y libros como "El cartero siempre llama dos veces" (James M.Cain)  y que luego fue llevada al cine en dos oportunidades. "Querida abuela, tu Susie" y "Querida Susie, querido Paul" (Cristine Nöstlinger) , "Cartas a Tomás" (Malucha Pinto) y tantas muchas otras en que la epístola tiene un lugar preponderante en la lectrura; realizándose actualmente algunas novelas "electrónicas" hechas a partir de correos electrónicos, como "El corazón de Voltaire" del puertoriqueño Luis López Nieves. Películas como "Querido John" y "Cartas a Julieta" son producciones algo más actuales que nos hablan de toda la ilusión y esperanza que se ponen en una carta cuando el corazón sufre.

He escrito, como Shakira, muchas cartas que nunca envié o en su defecto no entregué, porque luego no quise, o me arrepentí, o mis sentimientos cambiaron. Los mails no dejan hacer eso. En un episodio de Querida Susie… la niña se queda pegada al buzón esperando que llegue el cartero para decirle que por favor le devuelva la carta que tapizó de corazones y perfume declarándole su amor a Paul, porque se da cuenta que había cometido una verdadera siutiquería. ¿Cuántas veces no quisimos meternos a la red y detener algún email?

Recuerdo con nostalgia el buzón del correo para el viejito pascuero, y recuerdo que el año pasado, para no tener que pegarnos el pique, le inventamos a mi sobrino que el viejito pascuero tenía gmail. Y nos creyó.

¿Cuándo fue la última vez que recibiste una carta?


Nueve estilos de seducción, un solo objetivo

Publicado hace 1 día en Columnas, Destacados, Sexo, Sociedad por Rodrigo Jarpa

Durante la semana pasada, estuve leyendo en mis ratos libres a la psicóloga Alejandra Vallejo-Nájera, en su último libro 'Psicología de la seducción' (Espasa) donde profundiza extensamente en los secretos psicológicos de la facilidad de algunos individuos para atraer el apoyo automático de la gente, analizando las diferentes personalidades de las personas seductoras, buscando cuáles son sus fines o hasta dónde llega el miedo al rechazo.

"La seducción se relaciona con el éxito amoroso, pero no es sólo eso. Seducimos cada vez que nos comunicamos y logramos que la persona de enfrente se sienta atraída por nosotros. En ello hay una carga genética, porque hay personas más extrovertidas, que lo tienen más fácil, y otras menos. Pero también influye cómo fueron las primeras relaciones con padres, amigos, profesores. Hasta los introvertidos aprenden técnicas para salir adelante. Pero también hay quien disfruta de la introversión, y muchos son artistas, creadores que generan gran originalidad", argumenta la psicóloga.

Vallejo-Nájera explica nueve diferentes tipos de seductores, según la clasificación que hizo el estadounidense Robert Greene. Explica que la cuestión está en averiguar cuál es el nuestro: "Es importante descubrir que es lo que nos hace más atractivos y para quién. Para seducir hay que hacer sentir valioso al que está enfrente, saber qué espera de la relación contigo, ya sea personal o laboral".

Ella aconseja evitar unir dos temperamentos iguales si se quiere triunfar en la relación. "Los pasivos necesitan la energía de los coléricos y nunca un flemático seducirá a otro, sería aburridísimo", asegura.

Al margen de las tipologías, la psicóloga defiende que para seducir no hay que hablar mucho de sí mismo. "Ni siquiera los líderes lo hacen, suelen hablar de un bien común, de que tienen una visión, y nos hacen sentir importantes", argumenta. De hecho, la seducción comienza desde la cuna, el momento en el que el bebé debe seducir a los padres para que le cuiden. Primero llorando, luego, con sonrisas.

En su libro incluye también unos 'tests' encaminados a descubrir qué tipo de personalidad es la que tenemos cada persona y, en función de cada una de ellas, cuál es la estrategia más acertada para seducir a terceros con éxito. Algunas de ellas son las siguientes:

  • Afrodita. Desprende sensualidad, que ofrece a hombres serios, protectores. Desea seguridad y sentirse mimada. Su emotividad fluctúa entre la risa y el llanto. El seducido siente que se afianza su imagen de hombre sexualmente poderoso. Para seducirla se le debe ofrecer lealtad, seguridad y optimismo.
  • El vividor. Busca aventuras y ofrece una pasión desbordante a mujeres un poco inseguras y maternales. Para ello las agasaja con ardor. Es narcisista, pero con problemas de autoestima; por ello necesita admiración. Para conquistarle hay que admirarle y ayudarle a encauzar sus emociones.
  • El rescatador. Es el ángel que soluciona todos los problemas, ofreciendo ayuda y generosidad. Buscan personas caóticas, despistadas y con baja autoestima. Le motiva el sentirse indispensable. Para seducirles hay que admirar su ayuda y ayudarle a dedicarse tiempo a sí mismo.
  • El artista. Creativo y romántico, busca personas sensibles a la belleza, a las que impacta con su genialidad. Quiere sentirse especial y por ello hay que respetar su idealismo, valorando su autenticidad.
  • El cautivador. Alegre y de verbo ágil, es el rey de la empatía que busca personas rígidas y autoexigentes que precisan positivismo. Disfruta de la vida y para conquistarle hay que evitar mostrarse infeliz y no criticar a nadie.
  • El intelectual. Ofrece sabiduría a cualquiera que quiera estímulos intelectuales. Son muy selectivos y dan a entender que no necesitan al otro. Para conquistarlos hay que respetar su espacio y soledad y no abrumarle con exigencias emocionales.
  • El encantador. Es el oasis de la tranquilidad y la afabilidad, del apoyo y la falta de pretensión, sobre todo con personas con problemas de estrés. El encantador no discute y alimenta la autoestima del contrario. Le motiva sentirse cómodo.
  • El líder. Para ser líder y seductor hay que tener carisma. Ofrece protección y decisión a personas que necesitan sentirse integradas en un grupo. Para ello muestra una gran seguridad y energía, motivado por el control y el dominio de su espacio y las personas que le rodean. El seducido deja la responsabilidad en sus manos y debe evitar el engaño, algo que no soporta un líder.
  • El divo. Es el estilo, el 'glamour' sin esfuerzo aparente, con el que atrapa a personas abrumadas por la rutina. El divo se muestra etéreo, insinuante y distante y busca la perfección. Para atraerle hay que animarle a no tratarse con tanta dureza, hacerle disfrutar con pequeños placeres de la vida imperfecta.

¿Con cuál te identificas tú?



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Rodrigo Sotomayor
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