Muchos especialistas sostienen que las nuevas formas de comunicación corta e inmediata relegarán a los clásicos blogs. Pero el autor de esta nota dice que este tipo de proceso sucede cada vez que surge un nuevo medio. Y que finalmente "cada uno contará las historias que más les conviene".

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Un informe del mes pasado, la revista The Economist nos cuenta que "el blogging está muriendo" en tanto cada vez más bloggers cambian este formato por el de su primo: el tweet, el Muro de Facebook, el Digg.

Realice una búsqueda-y-reemplazo en la palabra "blog" y podría reescribir esta cobertura como evidencia de la muerte de la televisión, las novelas, los cuentos cortos, la poesía, el teatro en vivo, los musicales o cualquiera de cientos de medios que pasaron del ascenso vertiginoso a convertirse en un recuadro dentro de un mosaico.

Por supuesto, ninguno de esos medios está muerto como tampoco lo está el blogging. Lo que ha ocurrido, en cambio, es que ha sido superado por formas nuevas que comparten algunas de sus características y estas formas nuevas se han quedado con las historias que más les convienen.

Cuando lo único que teníamos era el escenario, cada presentación era una obra. Cuando tuvimos películas, muchas de estas historias se mudaron a la pantalla, adonde siempre pertenecieron (fueron exprimidas en un escenario porque no había otra alternativa). Cuando llegó la TV, las historias que se adaptaban bien a la pantalla chica se sacaron del cine y se reubicaron la tele. Cuando apareció YouTube, liberó todas las historias que se quería que fuesen de 3 a 8 minutos, no una serie de 22 minutos o un drama de 48 minutos. Y así siguiendo.

Lo que va quedando en cada vuelta de tuerca no es menos, sino más: las historias que contamos en el escenario no están allí porque sí, sino porque se adaptan mejor para el escenario que para cualquier otra plataforma conocida. Esto es maravilloso para los interesados, los números de audiencia serán menores, pero la forma es muchísimo superior.